Fúguese el ruido
por rincones
y cuadrantes puertas;
que sólo resten
tus gemidos
y que callen
esos ruidos
cuan agónicas
alertas
Que nuestra pieza,
fúnebre altar,
y nuestros cuerpos
teúrgicos lamentan.
Ya catedral
de tu vagina
Arrodillase en llanto
a caudales
y laguna vuelves
la sabana
que nos cobija,
embalsamando
nuestros placeres
ya estrujados en vasijas
de noche y roca.
Fúguese el ruido
por mi boca
dejando espacio
al aliento que fermenta,
tiñe espejos
y segmenta
foráneo ruido
y lo palpable estremecido
por caricias
y los ecos resonantes
de un dedo capricornio
en tacto señalando
punto germinal
y de partida.
Silencio, silencio,
sonora puerta altiva,
un sortilegio
dicen de mi vida
que resucita
de algún beso
ruin del ego
y su acompañada:
nada,
éxtasis o
el silencio.